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Esta humilde legumbre viene del mediterráneo y un plato de garbanzos se vendía en la calle en la época del imperio romano.   Mi tío Rafael vivió de sembrarlos en Fuentesaúco, de donde tienen fama, al menos desde cuando el autor de El Quijote los menciona.  Siempre fué un plato de las clases populares, pero no por eso deja de ser delicioso.

Ingredientes:

  • 1 taza de garbanzos remojados
  • 1/4 de cebolla blanca o roja cortada
  • 1 limón
  • Aceite de oliva al gusto
  • Sal marina
  • Unas hojitas de yerbabuena (opcional)

Preparación:

Asegúrate de remojar los garbanzos por varias horas.  Agrégales una pizca de sal y cocínalos por 40 minutos o déjalos “pitar” por 20 minutos en la olla a presión.  Déjalos enfriar y agrega a una taza de garbanzos cocidos el jugo de un limón y un cuarto de cebolla blanca cabezona o roja en trocitos pequeños. 

Mézclalos y sírvelos fríos.  Si se acompañan con arroz integral tendrás una comida con todos los aminoácidos esenciales que tu cuerpo necesita, más unas grasas esenciales en buena cantidad.

Opcional: adorna con unas hojitas de yerbabuena.