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La dieta mediterránea es una de las más benéficas para nuestra salud, se compone de verduras frescas, aceite de oliva (y vinagre), granos, nueces y muchos alimentos deliciosos.

Opta por consumir alimentos frescos y orgánicos, sin químicos como herbicidas, fertilizantes o pesticidas, y sin OGM (Organismos Genéticamente Modificados). Los OGM se crean para resistir los herbicidas y matar ciertos insectos; logran su objetivo, pero terminan produciendo proteínas dentro de sus células que interrumpen nuestro sistema digestivo. Todas esas toxinas las estamos consumiendo, así que evita los OGM.

Si en tu sector no puedes encontrar alimentos orgánicos, lava muy bien las frutas y verduras que lleves a tu casa, usando peróxido de hidrógeno (Agua oxigenada) para descontaminar los residuos químicos.

Sobre las grasas y aceites

Aceite de aguacate, aceite de oliva extra virgen y aceite de coco extra virgen son grasas saludables que utiliza nuestro cerebro, ya que tiene la capacidad de quemar esos triglicéridos de cadena media. Este tipo de grasas son fuentes primarias de combustible para nuestro cerebro y deben ser utilizadas en lugar de las grasas trans. 

Las grasas trans son aceites hidrogenados que nuestro cuerpo no requiere y que no se pueden absorber ni digerir bien. La hidrogenación significa que se agrega gas de hidrógeno al aceite en el vacío para ayudar a conservar y preservar el aceite.

Recordemos que nuestro cuerpo construye nuevas células cada día a partir de los materiales disponibles. Si el material es defectuoso y no encaja, así mismo nuestras células se construyen defectuosas

Las grasas trans son el material equivocado. No encajan bien. Tenemos que tener grasas saludables y naturales con las que nuestro cuerpo pueda construir una estructura sólida.

Debemos volver a comer alimentos frescos y crudos de la naturaleza. Nuestro cuerpo necesita tanto las grasas saturadas como las grasas no saturadas, pero las grasas trans no.

En realidad, las grasas están en las membranas de todas nuestras células. Por lo tanto, la elección de aceites y grasas que consumimos es esencial para que nuestro cuerpo funcione adecuadamente. 

Hay dos tipos diferentes de grasa: saturada e insaturada. La mayoría de las grasas saturadas son grasas de origen animal como la manteca de cerdo, mantequilla, etc. En cambio, el aceite de coco o aceite de linaza, por ejemplo, son grasas saturadas de origen vegetal.

Cuando cocinamos con aceites, debemos ser conscientes de sus “puntos de humeo”: la temperatura a la cual el aceite ya no es estable y comienza a oxidarse (se sabe porque empieza a salir humo de él). Este aceite oxidado es tóxico para nuestro cuerpo. Los diferentes aceites tienen diferentes puntos de humeo y pueden variar desde 175 grados (la mantequilla o el aceite de coco) hasta los 265 grados (los aceites vegetales por ejemplo están cerca de los 240 grados) . Al cocinar con el aceite adecuado a la temperatura adecuada, la comida sigue siendo buena para comer, porque los aceites utilizados no se oxidan, y el cuerpo los digiere fácilmente.

Las grasas y los alimentos rancios y oxidados, el procesamiento no natural y extenso de los alimentos, los químicos añadidos, los conservantes y sabores artificiales, además los productos que contienen ingredientes derivados de OGM son tóxicos. Dichas toxinas contribuyen a la inflamación en todo nuestro cuerpo y pueden alterar el equilibrio del microbioma. Para que nuestro cuerpo pueda deshacerse de las toxinas, reducir la inflamación y/o reequilibrar el microbioma, provocará síntomas como letargo, dificultad para concentrarse y otras disfunciones corporales como enfermedades autoinmunes, alergias, más susceptibles a infecciones e incluso al desarrollo de cáncer y Alzheimer.

¿Qué podemos hacer para reducir la inflamación?

Hay muchas formas de reducir naturalmente la inflamación en nuestro cuerpo. Algunos de los mejores alimentos para ayudar a reducir la inflamación incluyen alimentos y líquidos fermentados, brócoli, aceite de cáñamo, alimentos ricos en ácidos grasos Omega-3, cerezas agrias, nueces (remojadas en agua), piña, espinacas y especias naturales como el jengibre y la cúrcuma. Hay otros alimentos integrales que también ofrecen este beneficio. Cuanto más cerca puedas estar de una dieta de alimentos integrales, menos inflamación experimentarás.

Los alimentos que deben evitarse debido a las propiedades inflamatorias incluyen lácteos, granos refinados, carne alimentada con granos y grasas saturadas como el el aceite de soya, girasol y de canola; prácticamente todos los aceites hidrogenados y todos los aceites que se han utilizado para freír.

Los alimentos fritos son los culpables de la inflamación en nuestro cuerpo.