Se trata de un elemento crítico en nuestra dieta.
No solo necesitamos comer los alimentos correctos, sino que también deberíamos dejar de comerlos regularmente. A lo largo de los siglos, el ayuno ha sido una práctica espiritual importante y una práctica extremadamente saludable.
El ayuno permite que ocurra la senescencia inmune. Veamos de qué se trata: normalmente, cuando tenemos una infección, nuestro sistema inmune reproduce unas células para luchar contra ella. Una vez la infección desaparece, esas células inmunes permanecen largo tiempo aunque en efecto están inactivas. Posiblemente el 90% o más de nuestro sistema inmunitario está inactivo esperando que vuelvan a aparecer infecciones a las que estuvimos expuestos antes.
De esta forma, le permitimos a nuestro cuerpo que se purgue de algunas de esas células viejas, y luego crea células madre nuevas y vibrantes que no han identificado nada, y ahora están buscando esa nueva célula cancerosa o ese nuevo hongo o virus, para reaccionar contra él.
Además promovemos la renovación de nuestras defensas. Un estudio publicado en junio del 2014 en Cell Stem Cell muestra que los ciclos de ayuno prolongado no solo protegen contra el daño del sistema inmune, sino que también inducen su regeneración, desplazando las células madre de un estado latente a un estado de autorrenovación.
A diario, debemos pasar sin comer 16 a 18 horas sin comida, y mensualmente, un ayuno de 3 días solo con líquidos
Aunque se crea que es imposible de hacer, aún las personas con diabetes o con problemas cardiovasculares pueden hacerlo. Cualquiera puede. Es cuestión de concentrarse en ello y fijar el objetivo. Bebe mucha agua porque en este proceso estás purgando tu organismo y es necesario para tener un buen lavado.